En un mundo donde la sexualidad suele estar envuelta en culpa, tabúes o expectativas externas, la práctica de la sexualidad consciente llega como un acto revolucionario. No se trata solo del acto sexual en sí, sino de cómo habitamos nuestro cuerpo, cómo nos relacionamos con el placer y, sobre todo, cómo honramos nuestras emociones, límites y energía vital.
La sexualidad consciente invita a desacelerar, a respirar, a mirar a los ojos, a escuchar lo que nuestro cuerpo realmente desea, sin juicios ni performance. Es presencia pura. Es una danza entre el alma y la piel.
Iniciar este camino implica explorar preguntas como:
¿Qué me da verdadero placer?
¿Estoy conectada con mis zonas de poder erógeno y energético?
¿Uso mi energía sexual como combustible creativo y sanador?
Este tipo de conexión íntima contigo misma puede abrir puertas a sanar heridas, aumentar tu autoestima, desbloquear tu creatividad e incluso elevar tu vibración espiritual. Porque cuando el placer es sagrado, el cuerpo se convierte en templo.
¿Lista para habitarte desde el gozo y la conciencia?
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